Piratas del Caribe -Fanfic- La Maldición del Anillo de la Calavera. Capítulo 29: ¡Aquí Viene el Lobo Feroz!
Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!
PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA
Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción.
Publicado originalmente en: Fanfiction
Capítulo 29: ¡Aquí Viene el Lobo Feroz!
Una vez dejado a Jack Sparrow tendido y roncando sobre la cama de su habitación, el comodoro Norrington se marchó a la habitación de junto, que era la suya, a descansar y a mal decir la estúpida idea de Elizabeth. En tanto, dicha jovencita ya se había marchado a su recámara a dormir después de haberse despedido de Will con un tierno beso. Pero, el joven herrero finalmente no se había dirigido hacia su casa después de haber estado dudando un buen rato afuera de la mansión del gobernador Swann, así que había decidido quedarse escondido subido en un árbol oculto entre su follaje para que los guardias no lo descubrieran.
Las razones por la que llevaban a William Turner a actuar de esa manera tan extraña eran las siguientes: estaba molesto de que el padre de su novia Elizabeth no le permitiera quedarse en la casa como a los demás invitados, quizás era porque él no gozaba de buena posición aristocrática como todos los otros, y ni siquiera porque era el prometido de su hija le permitían ese honor. Pero lo que más lo tenía preocupado, era que Jack Sparrow, alias, Katrina Watson, se encontraba a solas en un cuarto en dónde cualquier patán podría entrar y aprovecharse de su femenina situación, y aunque gracias a la maldición que lo aquejaba, Jack había conquistado a casi todos los hombres que concurrieron a la celebración y podía hacer de ellos lo que quisiera, Will especialmente desconfiaba del comodoro Norrington sobre todos los que se habían quedado a dormir en la mansión. Aunque el pobre muchacho no se había dado cuenta de que había una persona mucho más peligrosa que James de la que debería preocuparse realmente, y ese peligro recaía sobre la persona de Lord Cutler Beckett.
Mientras Will Turner tomaba frío subido al árbol que se ubicaba frente al dormitorio de su amigo, más bien, "conocido" que amigo, el mencionado representante de la East India Company, se regodeaba con la idea de ir a "visitar" a su viejo contrincante en cuanto todos estuvieran dormidos, momento que esperó con gran paciencia en su recámara. ¡Cuánto disfrutaría ese momento! Con Sparrow borracho como se encontraba, sería muy fácil aprovecharse de "ella".
En cambio, James Norrington no había logrado pegar un solo ojo desde que se había acostado en su cama. Como siempre y desde hacía varios días, la imagen de la hermosa y rebelde mujer pirata no lo dejaba dormir. Sabía por supuesto que esa fémina era el imbécil del capitán Jack Sparrow, y esa era una de las fuertes razones por la cual no había podido descansar desde que se había enterado de aquella dura verdad. Completamente enamorado de la mujer que le había pedido su ayuda, ahora sufría terriblemente por su amor no correspondido y su odio a Jack Sparrow. Había soñado con formar una hermosa familia con aquella mujer, una bella casa y una compañera ideal que lo esperara cada vez que él regresara de una de sus peligrosas misiones…, había soñado tanto en aquel día en que la había tenido prisionera en su navío militar…
-Que estúpido fui… -murmuró reprochándose a sí mismo su ingenua imaginación mientras se removía otra vez sobre el colchón de plumas sin poder conciliar el sueño. Él no era hombre que vivía de los sueños, no lo era, se suponía que era un hombre con una personalidad fría y calculadora... Pero ahora el incidente con la maldición de Jack Sparrow había echado a borda toda su personalidad, despojándolo de su confianza y dejándolo completamente desamparado ante sus confusos sentimientos. Se preguntaba una y otra vez si es que se había enamorado de él por culpa de la maldición o si realmente se había enamorado por sí solo de aquella extravagante mujer. No podía hablar de ello con nadie y así poder desahogarse un poco, ya que no era un asunto fácil y común, y temía que se burlaran de él con crueldad. Le aterraba la idea de ser descubierto.
Se removió otra vez, quedando con la cara mirando hacia la ventana, en donde podía contemplar el cielo estrellado.
Ya había pasado más de una semana desde que había visto por primera vez a Jack Sparrow convertido en una mujer, una semana de sufrimiento emocional, mental y físico sobre su persona. Había bajado de peso, se lo veía demacrado y taciturno, con su atención apenas puesta en el mundo real y en cambio, todo su alma viviendo en otro lugar completamente alejado de la realidad.
De entre sus confusos pensamientos, surgieron de repente los recuerdos de aquel beso y la declaración de amor que le había hecho hacía unos cuantos días, y sintió que se hundía en la vergüenza y en la tristeza. Él había hecho el ridículo frente a su peor enemigo. ¿Qué opinaba Jack de todo eso? No lo sabía, ahora que tenía la posibilidad de conocerlo mejor, James se daba cuenta de que resultaba muy difícil saber lo que Sparrow pensaba en realidad. Escondía muy bien sus verdaderos sentimientos, actuaba casi todo el tiempo su personaje de capitán estrafalario. Parecía que la sinceridad no formaba parte de su vocabulario.
Sin poder soportar más tiempo aquel duro sufrimiento, se rindió ante la poca esperanza de poder descansar aquella noche, se levantó de su lecho para vestirse y salir a caminar por allí para así tratar de distraer su torturado corazón.
Afuera, William Turner se había quedado dormido recostado sobre una gruesa rama del tronco del frondoso árbol.
Mientras tanto, en la alcoba de Katrina Watson, Jack Sparrow se encontraba tan borracho y literalmente tirado sobre su cama, que ni siquiera notó que alguien había ingresado a hurtadillas por la puerta. Esta persona escondida entre las sombras, se acercó lentamente hasta el lecho y se colocó al lado de la bella durmiente, quedándose unos minutos contemplándola antes de sentarse a su lado para comenzar a acariciar sus cabellos morenos primorosamente peinados.
Molesto pero sin despertarse, Jack apartó con su mano aquella molestia y se dio media vuelta para seguir roncando, dándole la espalda el desconocido. Éste se quedó quieto por unos instantes hasta que se aseguró de que la mujer no se despertaría, por lo que procedió a desabotonarle y desatarle el vestido y el corsé. Ya estaba a punto de acabar con su cometido, que de pronto, Jack volvió a darse vuelta para quedar otra vez boca arriba.
-¡Icen las velas! ¡Todos a estribor!... –habló entre sueños.
El hombre sonrió maliciosamente al escucharlo, y luego procedió a seguir con su plan que consistía en seducir a la bella durmiente. Suavemente se acomodó un poco sobre ella y poco a poco comenzó a acercar su rostro al de la bella durmiente hasta que sólo algunos milímetros separaban aquellos sensuales labios de los suyos, estaba a punto de besarla, hasta que de pronto, Jack abrió sus ojos, sorprendiéndose él y el intruso.
-… ¿Q-quíen ra-rayos eres tú…? –preguntó aún bastante ebrio y confundido.
-Soy aquel quien será tu dueño –respondió sin siquiera apartarse de encima.
-¡Na-nadie es mi-mi dueño! ¡So-soy tan libre co-como el mar! ¡Hip! –protestó incorporándose un poco- y-y además, ¡N-no so-soy ningún objeto! ¡Hip!
Pero entonces, el reflejo de la luna en la cara de aquel sujeto, llamó la atención al pirata, se incorporó un poco más y fijo su pobre vista (veía doble a causa del alcohol) en ese rostro ajeno, hasta que se dio cuenta por fin de quien se trataba.
-¡¡C-cutler Be-beckett!! -exclamó espantado, e inmediatamente trató de alejarse de su encarnizado enemigo pataleando a más no poder, pero él lo tomó fuertemente por los hombros y no lo dejó escapar.
-No dejaré que te escapes tan fácilmente de mí, Jack Sparrow, ahora que tengo la oportunidad de humillarte. –Dijo, sonriendo malévolamente.
Jack, a pesar de estar totalmente bebido, se quedó bastante sorprendido al darse con la desagradable sorpresa de que el odioso de Beckett sabía su verdadera identidad. Ahora todo resultaba bastante peligroso, tenía que escapar a toda costa de sus asquerosos tentáculos, o si no, pronto sería la señor Beckett.
Cuando su atacante quiso besarlo otra vez, el capitán del Perla volvió a patalear tan fuerte, que logró darle una patada de burro en el pecho lanzándolo fuera de la cama para caer de espaldas al suelo, inmediatamente después, Sparrow trató de salir del lecho, tarea que le resultó un tanto difícil producto de su borrachera, ya que se enredó en las sábanas y cayó pesadamente el suelo, aún así, tambaleándose, logró ponerse de pie y trató de tomar su espada que se encontraba sobre la silla que estaba al lado de la cama con todas sus cosas, pero, Cutler Beckett ya se había puesto en pie listo para volver a atacar a su viejo adversario.
-¡¡Qui-quieto!! ¡Hip! –amenazó el pirata al tomar su arma y poniéndose a la defensiva- ¡No me o-obligues a convertirte en ¡hip! una bro-brocheta!
El ex coronel sonrió burlonamente.
-Dudo mucho que puedas hacerme daño con eso –dijo.
-¿Eh? –se extrañó y miró hacia el objeto que sostenía en la mano, que resultó ser una blanca sombrilla. Entonces, Jack le sonrió un tanto avergonzado y dijo:
-E-es que mañana pronosticaron llu-lluvia… Te-tenía que estar preparado, ¡hip! –y rápidamente trató otra vez de tomar su verdadera espada que estaba en la silla, pero con tan mala suerte, que al fin que pudo tenerla, no podía sacarla de la vaina por más que lo intentara de una manera u otra.
-Eres patético –opinó Beckett con desprecio.
Cuando apenas notó un mínimo movimiento de su antiguo enemigo, el capitán Sparrow, alias Katrina Watson, trató de salir disparado hacia el gran ventanal, pero sus movimientos eran demasiado torpes y no podía moverse con su habitual agilidad, por lo tanto, Cutler pudo aferrarse de la falda de su vestido, rajándolo, provocando que su presa nuevamente cayera de golpe al suelo.
-¡Mi-mira lo lo que hiciste! ¡hip! –se quejó Jack al advertir que podía verse las piernas- ¡Es-este ve-vestido era de Elizabeth! ¡hip! No no respondo de lo que ella te hará. ¡hip!
-No antes de que pueda divertirme contigo –replicó vehemente mientras se le abalanzaba encima.
"¡Este está más loco que una cabra! –Pensó muy asustado nuestro protagonista mientras comenzaba a arrastrarse de espaldas por el piso al comprobar que no podía ponerse en pie- ¡es peor que McKinley! ¡hip! ¡Prefiero mil veces que me bese ese traficante antes que este psicópata!"
Apenas cruzó ese pensamiento por su mente, Jack Sparrow se detuvo y sintió que un horrible escalofrío cruzó por todo su cuerpo.
-¡¡Huwaaajjjj!! ¡¿Pero qué estoy diciendo?! ¡hip! ¡A mí me gustan los besos de las mujeres!
-¡Pues tendrás que acostumbrarte a los míos! –exclamó Cutler Beckett aprovechando su descuido y tomándolo fuertemente por los brazos para así poder besarlo.
Mientras tanto, afuera en el jardín, Will se había despertado al escuchar que algo ocurría en la alcoba de Jack, y al dirigir su mirada hacia el gran ventanal, notó con alarma que parecía que dos personas estuvieran luchando allí. ¡Alguien estaba atacando a su indefenso amigo!
Entonces, el valiente joven quiso bajar inmediatamente del árbol, pero con tan mala suerte, que la rama en donde había hecho pié cedió a su peso, rompiéndose, provocando que cayera pesadamente al suelo desde varios metros de distancia, perdiéndose entre los arbustos.
Jack Sparrow nada podía hacer por culpa de su borrachera, le faltaban fuerzas y una mente clara, aún así, no le agradaba en lo más mínimo que ese asesino de piratas lo ultrajara. Quiso hacer a un lado su rostro, pero Cutler le torció el brazo y le agarró con fuerza la barbilla. Las cosas estaban realmente mal para nuestro protagonista, y si aquel sujeto lograba pasar la noche con él, Jack se convertiría en mujer para siempre y sería su esclava. ¡Y no quería eso! Pero de pronto, alguien abrió la puerta y se dio con aquella terrible escena.
-¡¿Pero qué es lo que está ocurriendo aquí?! –exclamó un asombrado James Norrington.
-¡A-ayúdame No-norrington! ¡hip! –apenas pudo exclamar el capitán del Perla Negra. A Jack Sparrow jamás le había agradado aquel hombre, pero al verlo aparecer justo en aquel traumático momento, dio las gracias porque el comodoro estuviera enamorado de él. No le agradaba esa idea, pero él lo sacaría sin dudarlo de ese aprieto.
-Vaya… -dijo Beckett tranquilamente al volver su rostro hacia el recién llegado-, llegó el príncipe azul.
-¡No te burles y quítate de encima! –exclamó furioso el oficial.
-¿O si no, qué harás?
Norrington sacó su espada a modo de respuesta. Cutler Beckett sonrió con desprecio.
-No puedes matarme, sería un suicidio. Te condenarán –dijo.
-¿Quién habló de matarte? –replicó el comodoro-. Con sólo armar un gran alboroto, vasta con que todos en esta casa lo escuchen y vengan a ver lo que está pasando, y entonces, ella y yo lo acusaremos por tratar de ultrajarla.
Viendo que James Norrington tenía toda la razón, Beckett, derrotado, se puso en pie mientras Jack le sacaba la lengua y le hacía burla con las manos, a lo que este le respondió mirándolo directamente a los ojos con desprecio:
-¿Acaso no te das cuenta de lo bajo que has caído? Ahora ni siquiera eres Jack Sparrow, sólo eres una basura sin identidad propia.
Y dejando al pobre capitán completamente desconcertado, el ex coronel se dirigió hacia la puerta, pero antes de retirarse se paró frente a Norrington y le dijo en voz baja:
-Sólo estás posponiendo lo que irremediablemente ocurrirá tarde o temprano con tu ayuda. No olvides nuestro trato.
Y dejando al comodoro bastante preocupado, el Lord Cutler Beckett se marchó hacia su habitación, dejándolos solos con sus propios pensamientos.
James Norrington sabía que aquel vil sujeto tenía toda la razón aunque no le agradara la idea. Tenía que aceptarlo le guste o no. Algún día traicionaría a la mujer que amaba, al hombre que odiaba. Luego de unos momentos, dirigió su vista hacia donde se encontraba Jack Sparrow, que seguía al lado del ventanal, y lo vio sentado en posición india, muy pensativo.
-¿Estás bien? –le preguntó mientras se paraba al lado de él.
-Un día de estos voy a hacer que se arrepienta por haberme humillado así. –Respondió bastante molesto-… ¡Hip!
-¡¿Acaso te hizo daño?! –exclamó muy preocupado y asustado mientras se arrodillaba ante Jack y lo tomaba por los desnudos y menudos hombros-. ¡¡Voy a matarlo ya mismo!!
Sparrow lo observó un tanto pensativo.
-¿En serio harías eso por mí? –preguntó con picardía.
-¡¡Claro que sí!! –replicó sin dar lugar a la duda.
Entonces, Katrina Watson, antes Jack Sparrow, sonrió con malicia al darse cuenta que podía sacarse de encima a dos molestos pájaros de un solo tiro. Así que sin dudarlo, comenzó a representar nuevamente el papel de damisela en apuros.
-¡Buaaaahh! ¡hic! ¡Sí! ¡Me me hizo tanto daño! ¡hic! –exclamó aferrándose a su cuello sollozando lágrimas de cocodrilo.
-El muy maldito… -dijo el otro mirando fijamente hacia la nada mientras abrazaba a su "noviecita".
-… ¡hic! ¿Te vengarías por mí…? –le preguntó poniendo una irresistible cara de perrito asustado.
El comodoro estaba a punto de contestarle con un sí, pero de pronto, William Turner entró por la puerta como un remolino, lleno de hojas y con la ropa sucia, con espada en mano dispuesto a defender a Jack de su atacante, sorprendiendo a la desprevenida pareja.
-Ya sabía que querías aprovecharte del pobre de Jack… -dijo desafiante.
Continuará...
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