Piratas del Caribe -Fanfic- La Maldición del Anillo de la Calavera. Capítulo 13: Sacrificio

                                                                  


 Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!

PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA

Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción.
Publicado originalmente en: Fanfiction

Capítulo 13: Sacrificio

Amanecía. Parecía ser que ése sería un día hermoso, soleado, resplandeciente, un día de esos en que uno agradece estar vivo y con ganas de realizar todos sus sueños, pero para nuestro guapísimo muchacho, William Turner, le sería un día bastante problemático por la sola presencia en su casa de un amigo un tanto alocado: Jack Sparrow.

Y allí estaba Will, uno de nuestros queridos protagonistas, en la cocina tomando el té con algunos sándwiches de mantequilla esperando a que su amigo ya se hubiera despegado de las sábanas y bajara a desayunar. Tan tranquilo estaba, que no le prestó demasiada atención a Jack cuando tomó asiento frente a él, hasta que…

-¿Me pasas la mantequilla? –pidió el recién llegado.

-Sí, claro… Toma. –respondió pasándole el pote sin mirarlo. -¿Sabes? Es un poco extraño escuchar tu voz ahora…

-Ajá… ¿Sólo tienes té? –Preguntó un tanto preocupado mirando hacia todos lados- ¿Acaso no tienes un poco de ron por ahí?

-Jack, tú sabes cuánto detesta Elizabeth esa bebida. ¿Cómo se te ocurre que yo tendría ron en mi… -Will alzó la vista y de inmediato escupió el líquido que apenas acababa de tomar, quedándose boquiabierto, totalmente sorprendido.

Y ahí estaba su amigo pirata, poniéndole mantequilla a su pan, con la camisa y chaquetón semiabiertos (como era su costumbre), mostrando casi todo lo que tenía que mostrar.

-¡¡Jack!! –Exclamó escandalizado mientras inclinaba la cabeza para no tener que mirar a su impudoroso amigo-. ¿Cómo te atreves a bajar así? ¡Por Dios!

-¿Qué tiene? –se encogió de hombros sin inmutarse-. Somos hombres.

-¡Yo sí pero tú no! ¡Ahora eres una mujer! ¡Ya no es lo mismo!

-¡Ah! ¿Ahora me discriminas? –Jack se hizo el ofendido.

-¡No es eso! –se quejó el pobre de Will, desesperado por no poder hacer entrar en razón a su inconsciente amigo.

Y en eso estaban, hasta que Elizabeth hizo su aparición por la puerta del pasillo y se encontró con semejante escena.

-¡Jack! ¡Will! ¡¿Pero me pueden explicar qué es esto?! –preguntó muy enojada y completamente roja por la indignación.

-El desayuno. –Respondió Jack mientras mordía tranquilamente un sándwich.

El muchacho quiso alzar la vista pero se topó con los nuevos atributos de su amigo y volvió a inclinar la cabeza.

-¡Mira con que aspecto bajó a desayunar! –se quejó-. ¡No puedo hacer que se arregle un poco! ¡No entiende que ahora es diferente!

-Eso se llama discriminación –fue la opinión del pirata.

-Y esto se llama un buen derechazo a la cara si no te acomodas esa camisa ahora –amenazó la joven alzando un poco su puño.

Jack la miró de reojo y comprendió que si no hacía lo que ella le pedía, pronto tendría un ojo morado.

-Está bien… Pero qué violenta…-dijo mientras se serraba un poco más la camisa bajo la amenazadora mirada de Elizabeth.

-Me voy a asfixiar así. –Se quejó y luego agregó:

–No saben cómo disfruto mirar este cuerpo frente a un espejo de cuerpo completo…

Los dos jóvenes lo miraron de reojo, y luego, asiendo caso omiso a lo que había dicho el pirata, el muchacho preguntó:

-¿Qué haces aquí tan temprano, Elizabeth?

-Vine a ver si Jack se estaba portando bien, -lo volvió a mirar con recelo al aludido mientras él seguía desayunando como si nada pasara-, y también quería saber lo que haríamos al respecto con su problema.

-¿Cómo que es lo que harían? –Se alarmó un poco Sparrow-. Tienen que ayudarme, por supuesto.

-No sé… -dijo Will sonriendo atractivamente y observando con malicia a su "amiga"-, yo creo que estás muy bien así. ¿Tú qué opinas, Elizabeth?

-Estoy perfectamente de acuerdo –asintió con una sonrisa vengativa-. Le va a venir muy bien un cambio radical en su vida.

-No pueden estar hablando en serio –dijo la victima un tanto preocupado.

-Pero Jack, hablamos muy en serio –aseveró Will-. Creo que es la única forma de que te liberes de los problemas que ocasionas y de que nosotros nos liberemos de ti.

-¡Hasta podrías casarte con un buen hombre y sentar cabeza! –opinó Elizabeth, muy divertida con la idea. –Conozco buenos partidos para ti.

Jack comenzó a molestarse, sus amigos habían comenzado a burlarse de su desgracia otra vez.

-¿Qué te parece el Comodoro Norrington? Harían una pareja perfecta –bromeó el apuesto muchacho.

-No me gusta la idea –protestó el pirata.

-¡Oh sí! Nos casaremos los cuatro juntos, ¡haremos una doble boda! –rió con gusto la hija del gobernador.

Y mientras los dos jóvenes volvían a destornillarse a carcajadas, a Jack no se le escapó la oportunidad de hacer una de sus agudas observaciones.

-¿Y podríamos hacer "cosillas" los cuatro juntos en la luna de miel?

Will y Elizabeth dejaron de reírse y lo miraron un poco confundidos.

-¿No podemos? Qué lástima –dijo el capitán del "Perla" fingiendo desilusión mientras se levantaba de su asiento y se dirigía hacia la ventana para observar el paisaje portuario a través de ella.

-¿En verdad piensan eso ustedes de mí? –murmuró. -¿Acaso no éramos amigos?

-Oye Jack, tú siempre nos mientes, nos utilizas o nos traicionas. Eso no hace un amigo de verdad. Ni siquiera un buen hombre lo hace. -Replicó Will.

-Por eso pensamos que si no puedes ser un buen hombre, entonces podrías ser por lo menos una buena mujer… -Elizabeth trató de reprimir una carcajada.

-Sobre todo si siempre vas a estar así de limpio… -agregó Turner.

Y otra vez los dos, sin poder aguantar más tiempo, comenzaron a reírse a carcajadas de su infortunado amigo.

-Pues tienen que admitir que lo ayudé en varias ocasiones –apuntó Jack Sparrow sin quitar la vista de afuera.

-Un par de veces, más o menos –aseveró el muchacho haciendo un gesto dudoso con la mano.

-Pues creo que esta vez van a tener que ayudarme lo quieran o no. –Replicó mientras su mirada seguía fija en el horizonte, un tanto preocupado.

-¿Y eso por qué? –preguntó Will curioso.

-Porque vamos a tener graves problemas dentro de muy poco tiempo.

-¿Cómo? –interrogaron ambos jóvenes sorprendidos.

-Vengan a ver –respondió Jack mientras les hacía un gesto con la cabeza.

Entonces, William Turner y Elizabeth Swann, se aproximaron ansiosos hacia la ventana por dónde su amigo estaba mirando. Mayor fue su sorpresa cuando observaron en el horizonte y se encontraron con una flota de por lo menos cien navíos árabes rodeando toda la costa de Port Royal, listos para atacar.

-¡¿Pero qué…?! –exclamó el joven herrero lleno de preocupación.

-Van a atacarnos –dijo Jack.

-¿Pero por qué? –preguntó Elizabeth angustiada.

-Porque me buscan a mí –respondió seriamente.

No pasaron ni cinco minutos de aquella revelación que entonces comenzó el feroz ataque de aquellos barcos estilizados de tres mástiles con velas triangulares rayadas verticalmente y adornados con banderas bifurcadas. Las balas de los cañones cayeron sobre las casas, tiendas y construcciones, la gente huía despavorida hacia el refugio más cercano para ponerse a salvo mientras las tropas y flotas de Port Royal salían al campo de batalla dispuestos a dar la vida para defender a la ciudad de aquellos terribles atacantes. Pronto el puerto comenzó a arder en llamas gracias a las flechas incendiadas que lanzaban los arqueros árabes desde sus embarcaciones. Todo era un completo caos en Port Royal.

-¡Tenemos que marcharnos de aquí! -exclamó Will con urgencia mientras tomaba su espada y algunas cosas.

-¿A dónde iremos? –Preguntó Elizabeth un tanto nerviosa mientras metía víveres en un saco, y luego agregó con preocupación:

-¿Qué hay de mi padre?

Al escuchar eso, el muchacho se dio media vuelta y caminó hasta su preocupada amada y la tomó de los hombros para decirle con dulzura pero conservando su seriedad:

-Tu padre debe estar bien, Elizabeth, lo importante es que huyamos de aquí lo más pronto posible para que te reúnas sana y salva con él, ¿entendido?

-Sí… -asintió un poco más calmada, y miró a su novio con ternura, sintiéndose protegida.

Mientras los veía besarse amorosamente, Jack Sparrow hizo una mueca de envidia y dijo:

-Oigan tortolitos, tenemos que irnos, ¿acaso no se acuerdan de que estamos en serio peligro?

Will y Elizabeth lo miraron y asintieron, tomaron sus cosas al igual que su amigo y salieron apresuradamente de la casa rumbo al bosque, con la esperanza de encontrar un buen refugio allí.

Mientras caminaban cuesta arriba, el joven Turner miró hacia el mar y vio la lucha encarnizada que estaba dando a lugar allí, y se sintió mal por no poder hacer nada.

-Sé lo que estás pensando, -dijo Jack-, pero nada podrás hacer tú solo, son demasiados.

-Lo sé… -murmuró angustiado.

-¿Por qué crees que es a ti a quien buscan? –Preguntó la hija del gobernador.

-Porque el dueño del anillo parece ser un árabe.

-Entonces…, -caviló la chica- si él es el causante de todo esto…

De pronto, Elizabeth colocó su espada en el rostro del pirata, provocando que los tres se detuvieran, y dijo decidida:

-Seguramente si te entregamos todo esto terminará.

-¡Elizabeth! –exclamó sorprendido su novio al ver lo que ella hacía.

-Piénsalo, Will, es la única forma, ¿acaso quieres que todos en Port Royal mueran?

-Claro que no, pero debe haber otra forma… -dijo dudando.

-No la hay, y tú lo sabes –argumentó ella decidida pero con el corazón adolorido por Jack Sparrow.

William nada dijo, pero se volvió hacia su amigo y dijo con resignación:

-Ella tiene razón, Jack. Tendremos que entregarte, es por el bien de todos.

Jack, mirando a los dos, supo que estaban decididos a entregarlo por la vida de todos en Port Royal.

-… Lo sé. –asintió por fin el (la) pirata comprendiendo que no había nada más qué hacer.

-Entonces vamos al puerto antes de que sea demasiado tarde –dijo el muchacho tratando de sacar fuerzas de flaqueza al igual que los otros dos.

Mientras recorrían en silencio las calles llenas de gente que corría asustada hacia todas direcciones, vieron las casas destruidas, gente herida o muerta tiradas en todos lados, comprendiendo así, que estaban haciendo lo correcto.

Elizabeth ya no sostenía su espada en contra de Jack, sólo Will lo tomaba de la muñeca para que no escapara si se arrepentía, porque conociéndolo, era una probabilidad que lo hiciera..

-Perdóname, Jack –le dijo el muchacho sin poder mirarlo a la cara sintiéndose culpable.

-Descuida –respondió resignado-, estás haciendo lo indicado

La joven nada dijo, pero sabía lo que le esperaba a Jack si lo entregaban al árabe que reclamaba su presencia, tan sólo por eso, y sintiéndose morir, rezó por su bienestar.

La batalla naval había empeorado terriblemente, las bajas eran muchísimas, apenas habían hundido a diez barcos árabes y pronto se quedarían sin municiones. El Comodoro Norrington, al mando de la flota inglesa, sabía que todo estaba perdido desde un comienzo, ya que el enemigo los superaban en número por mucho, sólo le cabía luchar hasta morir junto a sus hombres.

Antes de dar su última orden, James Norrington le dedicó sus últimos pensamientos a aquella mujer que se había burlado de él. Aquella mujer que le había robado el corazón sin quererlo, y sólo por eso, odiaba a Jack Sparrow.

-¡¡Prepárense para una arremetida final!! –gritó dando la orden final a sus hombres. -¡¡Y que Dios nos acompañe!!

Pero cuando estaban a punto de atacar, las campanadas de la iglesia se hicieron oír por todo el lugar, llamando la atención de todos.

-¡¡Escúchenme!! –se oyó gritar a alguien desde el puerto destruido, esa persona era William Turner. -¡¡Aquí tengo lo que vinieron a buscar!!

Apenas se escuchaba su voz, pero fue lo que dijo lo que hizo que el ejército árabe dejara de combatir y le prestara atención. El jefe de todos, Abdul, quien había intentado atrapar a Jack cuando éste apenas se había colocado el anillo, sonrió al ver a la mujer que tanto buscaban al lado de quien les había llamado.

-Por fin la tenemos -murmuró satisfecho-. Mi Amo estará muy feliz cuando se la lleve a su presencia.

-Jack… -murmuró James Norrington sorprendido mientras miraba por su catalejo y reconocía desde su navío a la persona que estaba con el herrero.

-¡¡Quiero hacer un trato a cambio de él… ella!! –volvió a gritar el muchacho.

-¡¿Qué quieres?! –preguntó el negro desde su barco, interesado.

-¡¡Se la entregaré a cambio de que dejen de atacar a la ciudad!!

-¡… No…! -se sorprendió aún más el Comodoro al escuchar aquella propuesta. ¡Iban a entregar a su amada!

"¡¡No!! –pensó aturdido-. Soy un estúpido, ¿en qué estoy pensando? ¡Sólo se trata del maldito Jack Sparrow y de nadie más! ¡Es mejor que se lo lleven!".

-¡¡Le cortaré el cuello si no acceden!! –exclamó Will desesperadamente nervioso mientras le colocaba el sable a su amigo en dicho lugar.

-Ten cuidado, no vayas a cortarme –opinó Jack tratando de permanecer tranquilo.

El negro Abdul soltó una horrible carcajada.

-¡¡Jah jah jah!! ¡¡No es necesario que hagas eso!! ¡Acepto tu trato!!

Y mientras todos bajaban sus armas, el árabe subió a un bote junto a cuatro de sus mejores hombres y se dirigieron hacia el deteriorado puerto para recoger a su presa.

-Perdóname –volvió a decir Will muy angustiado mientras veían a los árabes tocar puerto.

-No te preocupes –replicó Jack-, no tenías otra salida. Ya veré cómo salir de esta.

-¿Y si no lo logras? –preguntó preocupado, mirándolo a la cara.

-Entonces no nos veremos nunca más –fue la preocupante respuesta de su amigo.

-Jack… -quiso decirle algo, pero en ese momento llegó el grandulón, y sin decir una sola palabra, tomó bruscamente a la mujer por el brazo y se la llevó a rastras hacia el bote junto a los demás hombres.

-Más cuidado que soy una dama –le dijo el capitán Jack Sparrow al árabe, tratando de no doblegarse ante la situación.

-Te dije que tarde o temprano te atraparía –replicó Abdul con una sonrisa siniestra mientras lo lanzaba dentro del bote.

Parado en las maderas casi quemadas del puerto, con Port Royal casi destruida por completo detrás de él, un angustiadísimo William Turner veía cómo se llevaban en el bote a su amigo hacia una vida de sufrimientos.

-¡Maldición! –exclamó desesperado mientras golpeaba con su puño a una viga de madera derruida.

James Norrington, en silencio, parado en el puente junto al timón, miraba a Sparrow subir obligadamente al barco árabe, hasta lo vio intentar escaparse sin ningún éxito. Cerró los puños con fuerza, sintiéndose impotente.

La pobre Elizabeth Swann, parada al lado de la enorme campana en lo alto de la torre de la iglesia, a la que había subido después de haber tocado las campanadas, veía cómo el barco en dónde se llevaban al capitán del "Perla Negra" desaparecía en el horizonte. Pronto, las lágrimas comenzaron a brotar desde sus bellos ojos para recorrer sus suaves mejillas.

-Jack… -murmuró en un susurro doloroso el nombre de su amigo, sintiéndose culpable-. Perdóname…

La joven se arrodilló tapándose el rostro para comenzar a llorar amargamente por el terrible destino que le esperaba.

Toda la flota árabe desapareció en el horizonte para no regresar jamás, llevándose como prisionero a un desesperado Jack Sparrow, alejándolo de sus amigos y de su amada libertad.

Continuará...

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