Piratas del Caribe -Fanfic- La Maldición del Anillo de la Calavera. Capítulo 16: Intento de Escape I
Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!
PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA
Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción.
Publicado originalmente en: Fanfiction
Capítulo 16: Intento de Escape I
El capitán (capitana) Jack Sparrow se iba a arriesgar, sí, ya estaba completamente cansado de permanecer atado, estarse quieto no era para nada su estado natural, su idea de libertad era demasiado poderosa como para fijarse en lo que estaba bien o en lo que estaba mal. Totalmente falto de prejuicios, estaba decidido a fugarse como sea.
"Y por lo visto no vendrán a rescatarme" –pensó un tanto decepcionado.
Miró a su guardián, y allí estaba como en un principio, vigilando la puerta de entrada de la bodega, entonces Jack decidió iniciar su plan. Primer paso: llamar su atención.
Como nuestro querido pirata tenía las manos encadenadas subidas sobre su cabeza, le costó un poco desacomodar sus ropas para verse un poco "sexy". Era una jugada peligrosa, pero sabía que si lo hacía bien, tendría enormes chances de lograr liberarse.
Poniéndose en una pose como de desvanecido y tratando de verse pálido, se preparó para iniciar el segundo paso: engañarlo, y tenía una manera muy segura de lograrlo: asustarlo.
-¡¡Ah!! ¡¡Me muero!! ¡¡Qué dolooor!! ¡¡Que me lleven los demonios!!–exclamó el pirata sinvergüenza fingiendo un fuerte dolor de estomago-. ¡¡Ayuda!! ¡¡Auxilio!!
Era demasiado melodramático, exagerado por así decirlo, pero al escucharlo, Abdul acudió un poco preocupado a ver lo que le estaba pasando. Si ella moría, tendría gravísimos problemas con su amo.
-¿Qué demonios te ocurre? –preguntó al llegar a su lado, aún receloso. Aquella mujer podría salirle con alguna treta.
-¡¡Me duele!! –exclamó sin siquiera levantar la cabeza y encogiendo sus piernas aparentando un terrible dolor-. ¡¡Me duele el estómago!!
Estaba a punto de convencer a su carcelero hasta que una exageración en su melodrama lo puso al descubierto.
-¡¡Ouch!!¡¡Uy!! ¡¡Ay!! ¡¡Fue tu asquerosa comida!! ¡¡Me está matando!! ¡¡Que te lleven los malos espíritus!!–Jack se retorcía tan exageradamente, que Abdul comenzó a dudar de la veracidad de aquel sufrimiento.
Viéndolo por unos minutos cómo actuaba, sonrió con malicia mientras llevaba sus manos a la cintura, sintiéndose muy alabado hacia su propia inteligencia al darse cuenta del engaño. Él no era hombre de que le tomen el pelo tan fácilmente.
Mientras se quejaba y se retorcía como pez fuera del agua, el capitán del "Perla" notó que su plan no estaba saliendo a flote.
-¿Qué? ¿No me crees? –preguntó de repente, levantando su rostro consternado y olvidándose se fu fingido dolor, como si nunca nada lo hubiera molestado.
Abdul sonrió despectivamente y respondió:
-No, no te creo. –Luego colocó una de sus rodillas en el suelo, al lado de su prisionera y con su mano derecha le tomó la barbilla y continuó hablando:
-Tú ni siquiera probaste un pedacito del ratón, por lo tanto, no puedes sufrir del estómago. Además, finges demasiado. –Luego le dedicó una buena mirada a la figura femenina de Jack y dijo:
-Te ves muy provocativa, ¿acaso quieres seducirme? –preguntó mientras acercaba su rostro al de Sparrow-, pues lamento decirte que no te resultará el plan. Mi amo me matará si llego a ponerte una mano encima…
El árabe se puso en pie, justo sobre las piernas del capitán, y siempre cruzado de brazos, sintiéndose superior ante aquel prospecto de fémina.
-Como mujer –dijo burlonamente-, tu no puedes ser mucho más inteligente que yo.
-Eso que acabas de decir es una tontería, las mujeres son mucho más inteligentes de lo que crees, y además –replicó el pirata sonriéndole muy a su manera mientras ladeaba un poco su cabeza. Siempre tenía la suerte de hallarle rápidamente otra salida a sus planes-. Creo que mi plan sí resultó después de todo. Segundo paso: Noquear al gordito pelón.
-¡¿Cómo?! –se sorprendió Abdul.
Pero ya era demasiado tarde para actuar, ya que velozmente, Jack le dio un soberano puntapiés en la entrepierna utilizando ambos tobillos encadenados, que por lo consiguiente le provocó un dolor aún mucho más intenso que el que le había provocado al pirata McKinley. Entonces, Abdul se quedó parado como una estatua tomándose la entrepierna con las manos, sin poder pronunciar palabra alguna y con los ojos en blanco, y entonces, se desmayó, pero con tan mala suerte para Jack, que el pesadísimo cuerpo del regordete se le vino encima.
-¡Oh, demonios! –se asustó nuestro protagonista al ver que corría peligro de convertirse en un panqué si no reaccionaba rápidamente para evitarlo. Y sin medir las consecuencias de sus actos, logró empujar al enorme hombre con la fuerza de sus piernas y lo lanzó hacia una viga de madera, en dónde se estrelló y se quedó sentado en el suelo, completamente desmayado.
-¡Uf! De la que me salvé… -dijo Jack mientras soltaba un suspiro de alivio, pero se repuso rápidamente y decidió seguir con el plan, tercer paso: tomar las llaves del gordo asqueroso y liberarse.
-Tercer paso: Las llaves –dijo el capitán mientras que con una sonrisa ganadora miraba hacia donde se encontraba su desvanecido carcelero, el portador de las dichosas llaves… a por lo menos, tres metros de distancia…
-Oh oh… -Jack Saprrow cambió la cara al darse cuenta de que una "pequeña" parte de su plan había salido mal, el gordito medio musculoso había quedado fuera de su alcance, por lo tanto, las llaves también.
-Bueno. No todo está perdido –dijo sin querer darse por vencido-. Intentaré otra cosa más.
E infructuosamente, el capitán del "Perla Negra" Jack Sparrow, puso en práctica su otro plan, que consistía en estirar su cuerpo todo lo posible hacia la dirección en donde Abdul estaba "haciendo la siesta" para poder así agarrar las llaves con los pies. Mientras luchaba y luchaba por alcanzar su objetivo con las piernas totalmente estiradas, pero al ver que no lograba nada, dijo un tanto consternado:
-Que raro, por más que lo intento no puedo acercarme.
A nuestro inteligentísimo pero a veces algo despistado pirata, no se daba cuenta todavía que le faltaban casi como tres metros para alcanzar su objetivo, o sea, casi la misma distancia de antes.
-Bueno, bueno, a no desesperar… -se dijo a sí mismo mientras se ponía algo nervioso y comenzaba a mirar hacia todas partes en busca de una solución. Sabía bien que si Abdul despertaba, él la iba a pasar muy mal por hacerse el pícaro.
De pronto, Jack miró hacia sus muñecas encadenadas encima de él y notó que el tablón en donde estaba fijada la cadena, estaba algo estropeado por la humedad. Anteriormente no había podido romperlas, pero ahora se le había ocurrido una buena idea (según él), ya que como hombre sabía que tenía una buena condición física y atlética, y sabía que como mujer era mucho más flexible (según le había comentado una mujer amazonas alguna vez). Y entonces, ya tomada la idea y la decisión, Sparrow se puso manos a la obra.
Afirmando su espalda todo lo que pudo hacia la pared se madera, permaneciendo un momento sentado en el suelo con las piernas estiradas y tratando de concentrarse en el siguiente movimiento difícil y peligroso, pero era el que lo liberaría si tenía suerte, ya que mucho dependía de las malas condiciones de aquel viejo barco árabe. Si el tablón estaba podrido por acción de los elementos, sería muy probable que se quebrara.
De repente, Jack, utilizando toda la fuerza que pudo, levantó sus piernas lo más rápido posible llevándose por consiguiente la pesada bola de hierro volando sobre su cabeza, logrando así que esta se estrellara justo sobre su cabeza, en el gancho que sostenía las cadenas de las manos, haciéndolo pedazos.
Luego, el pirata del "Perla Negra", se quedó unos momentos en completo silencio, sin siquiera moverse un centímetro, ya que por poco faltó que se quedara sin cabeza al pasar rasante la esfera frente a su rostro, o sin manos si llegaba a errar su movimiento, o si simplemente, tenía mala suerte. Lentamente bajó las manos hasta poder verlas frente a él y se dio cuenta de que estaba completamente liberado de la pared, poco a poco, asomó su simpática y típica sonrisa triunfante a su rostro.
-¡Estoy libre! –Exclamó lleno de felicidad- ¡Soy un genio!
Pero entonces, y sin esperarlo, un buen chorro de agua le dio de lleno sobre su cabeza borrándole su sonrisa, dejándolo un tanto consternado y bastante mojado. A parte del gancho que había roto, también había estropeado la madera, por donde se filtraba el agua del mar.
Jack se sacudió un tanto y se levantó rápidamente de allí para seguir con su plan, en el que consistía en quitarle las llaves al árabe y liberar así sus muñecas y tobillos, pero un ligero dolor en la base de la columna lo hizo agacharse, aquel dichoso movimiento anterior con las piernas le había dejado un tanto adolorida la cintura.
-¡Ouch! Esto duele… -si antes quería verse adolorido, ahora no tenía la necesidad de fingir. Para colmo de males no podía friccionarse ni un poco con las manos, ya que tenía encadenadas a una cadena un tanto corta.
Así que, un poco adolorido, agachado como un anciano y arrastrando la odiada esfera de hierro, se acercó hasta el bello durmiente y procedió a registrarlo y robarle las llaves. Pero desagradable fue su sorpresa, cuando de repente, Abdul lo tomó de la muñeca con su musculosa mano.
-¡Te tengo! –Dijo con una malévola sonrisa- ¿Creíste que te ibas a escapar tan fácilmente? Pues debo decirte que no soy tan fácil de noquear.
-Y yo también debo decirte algo… –replicó Sparrow e inmediatamente después lo golpeó con los duros brazaletes de hierro con todas sus fuerzas en la cabeza. Desmayándolo otra vez.
-Que no soy fácil de atrapar –terminó la frase con una sonrisa.
Luego, Jack procedió a registrarlo, pero por más que buscaba y rebuscaba entre sus pocas prendas árabes, no pudo encontrar ni una sola llave.
-Maldición –dijo mientras se ponía en pie muy molesto y buscaba con la mirada las dichosas llaves por todo el húmedo lugar, a las que no pudo encontrar.
-Y bueno –dijo un tanto resignado-, tendré que escaparme así nomás.
Y dicho al hacho, Jack Sparrow subió por las escaleras hacia la puerta de salida. La esfera de hierro y las cadenas de los pies le estorbaban mucho para caminar, y las cadenas en sus manos también le molestaban demasiado, pues no le permitían movimiento libre alguno, y como ya sabemos, nuestro protagonista era propenso a los movimientos gestuales un tanto exagerados.
Una vez llegado hasta la puerta, procedió a abrirla para darse, lamentablemente, con una muy mala sorpresa, ya que un desagradable conocido suyo salió a su encuentro.
-Hola, queridita… -saludó con una siniestra sonrisa un remojado Henry McKinley, ex capitán del barco "Cazador de Doncellas".
-Ho-hola… -saludó también Jack con una sonrisa nerviosa, ingratamente sorprendido.
Continuará...
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