Piratas del Caribe -Fanfic- La Maldición del Anillo de la Calavera. Capítulo 24: Una Mujer Muy Peligrosa
Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!
PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA
Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción.
Publicado originalmente en: Fanfiction
Capítulo 24: Una Mujer Muy Peligrosa
Mientras el capitán Jack Sparrow y el Comodoro James Norrington se ponían en pie lo más rápido posible, la expresión de asombro de Beatriz fue transformándose en una expresión de malicia y picardía, lo que preocupó muchísimo a ambos hombres.
-¡Beatriz! –Exclamó el pirata sonriéndole de manera un tanto nerviosa mientras tiraba la botella de ron que tenía en la mano-. No sabía que estabas a bordo, ¿cuándo llegaste?
El Comodoro sólo permanecía en silencio, tratando de mantener toda la dignidad posible en su persona.
Una pequeña carcajada brotó de los labios de la joven, poniéndolos en una situación de terrible expectativa.
-No trates de evadir lo que salta a los ojos, Jack Sparrow –dijo maliciosa mientras cerraba las puertas para que nadie más entrara.
Jack y James se miraron preocupadísimos, pero el capitán del "Perla" decidió seguir conversando con el patético fin de convencerla de una realidad que no fue.
-Mira, Beatriz –comenzó a hablar suavemente mientras ponía cara de inocente y se inclinaba un poco hacia ella-. Lo que acabas de ver no es nada de lo que estás pensando en esto momentos, el Comodoro solo estaba…
Dejó de hablar para pensar unos momentos mientras miraba hacia el techo y entrecerraba los ojos en una clara evidencia de estar inventándolo todo. James miró hacia arriba también, pero lamentándose de la evidente intención de Jack, para luego pedir ayuda a la divina providencia
-¡Estaba reanimándome porque me había desmayado por culpa del ron! –dijo al fin, pero sólo logró otra risita de burla por parte de la mujer.
-Lo siento, Jack –dijo ella-, lo escuché completamente todo, no puedes engañarme para nada.
-¡¿Lo escuchó todo?! –repitió Norrington muy preocupado pensando en la ridícula confesión que le había hecho a Sparrow, sintiéndose totalmente avergonzado y a manos de aquella odiosa mujerzuela, según su opinión de "fino caballero".
-Absolutamente todo, mi querido inglesito, y te confieso que eres realmente sincero cuando quieres –respondió la joven con un brillo especial en los ojos-. Me encontraba al lado de la puerta con los oídos pegados en los cristales, aprovechando de que nadie estaba vigilando la entrada.
"Ese Cotton y su roñoso loro…" –pensó el capitán tramando mil y una formas de desplumar al perico.
-Debo decirles que fue muy interesante todo lo que escuché, demasiado interesante y conveniente... –siguió diciendo ella.
-¿A qué te refieres con conveniente? –Jack enarcó una ceja, preocupado.
Sonriendo, como si estuviera regodeándose con la idea, la joven se sentó en la silla de Jack, y mientras se servía un poco de ron, dijo:
-Van a tener que hacer exactamente lo que yo quiera a menos que quieran que les diga a todos que ustedes dos se estaban entendiendo a las mil maravillas, si saben a lo que me refiero.
-¡Esto es un ultraje! –Se molestó Norrington- ¡Son viles mentiras!
-Qué extraño… -dijo ella llevándose la mano a la barbilla, como si estuviera pensando-, creí haber escuchado que le decías a tu amado jack algo así como: "¿Pero no puedo matarte. No puedo hacerlo, moriría junto a ti si lo hiciera, porque te amo con toda mi alma, y eso es suficiente para pensar que estoy perdiendo la razón?".
-¡Sí! –Asintió Jack maravillado golpeando con su puño la palma de su mano- ¡Eso es lo que dijo exactamente!
James lo miró con claras intenciones de abofetearlo por ser tan estúpido como para festejarle a Beatriz lo que decía. Sparrow, dándose cuenta de que había hecho el ridículo, prefirió quedarse bien calladito mientras bajaba la vista y juntaba sus manos para comenzar a jugar con los dedos.
-Tiene una excelente memoria, debo admitirlo –le dijo el Comodoro al volverse hacia ella-, pero debo decirle que nadie a bordo le creerá semejante historia, y no tiene con qué corroborarlo.
-Yo no pienso decirle a nadie –fue su sorpresiva respuesta.
-No la entiendo, ¿entonces por qué nos amenaza?
Antes de contestarle, Beatriz tomó un sorbo de lo que se había servido en la jarra de Jack.
-Yo no soy de esas que se aprovechan de la situación para sobornar y sacar provecho, más bien, sólo mi interés está en divertirme con ustedes todo lo que pueda.
-¡Pirata! –acusó el capitán del "Perla Negra".
-Llámame todo lo que quieras –dijo tranquilamente mientras tomaba algunas botellas de ron y se levantaba para irse de allí-. Pero yo jugaré con ustedes y no podrán evitarlo.
Y antes de que cerrara la puerta, les dijo:
-Por cierto, capitán Jack Sparrow, me llevo algo de su ron, liberaré a McKinley (para hacer más interesante las cosas), y no quiero que a ninguno de nosotros tres no abandones en una isla, ya sabes, me refiero a mí, a Norrington, a McKinley. ¿Entendido?
Una vez que hubiera salido y cerrado las puertas, Jack y James se quedaron en completo silencio mirando hacia la puerta, sorprendidos.
-Estamos en sus manos… -opinó el Comodoro-. ¿Qué será lo que pretenderá hacer?
-No lo sé –fue la respuesta de la capitana-, pero si sigue llevándose mi ron, juro que la lanzaré a los tiburones.
Unos minutos después de que Beatriz se hubo marchado, Will y Elizabeth se llegaron hasta allí y golpearon la puerta.
-¡Jack! –Exclamó el joven herrero-. ¿Estás bien?
-¿Por qué siempre estás preguntándole a Jack si está bien? –le preguntó un tanto molesta la hija del gobernador.
-No entiendo a qué te refieres, Elizabeth –dijo extrañado.
-Will, he notado desde que él se ha convertido en una mujer, que estás siempre pendiente de su bienestar. ¿Por qué lo haces?, si ya sabes que puede cuidarse solo.
-Es que… no lo sé –el muchacho trató de entenderse a si mismo-. Ahora se ve tan frágil e indefensa…
-¡Qué tontería dices! -Elizabeth Swann sintió que se consumía en los celos.
"Qué idiota soy –pensó-. Sentir celos de Will por culpa de Jack".
No hubo mucho tiempo para seguir pensando, ya que el mencionado pirata les abrió la puerta y los invitó a entrar.
-¿Ron? –ofreció una vez que hubieran entrado al camarote.
-No, gracias –declinó Will.
-Ya sabes que detesto el ron –le contestó la joven aún molesta.
Jack se le acercó a Elizabeth con su acostumbrado y raro andar, con los brazos extendidos y una botella de ron en la mano.
-Tan simpática como siempre –le dijo al inclinarse un tanto hacia ella acercando su rostro al de ella-. ¿Qué tienes en contra del ron? El pobre no te ha hacho nada.
-En fin –dijo alzando los hombros en gesto de indiferencia para luego dar media vuelta e irse a sentar-, ustedes se lo pierden. Pero, por otro lado, mejor porque más ron para mí.
Will y Elizabeth dirigieron sus rostros hacia el Comodoro Norrington, quien estaba parado en un rincón con los brazos cruzados, siempre con cara de pocos amigos.
-¿Qué harás con él? –preguntó William un tanto desconfiado.
-Se queda –respondió tranquilamente mientras tomaba más de su amado ron.
Los dos jóvenes se miraron sorprendidos. ¿El Comodoro Norrington se quedaría con los piratas en un mismo barco?
-¿Te dijo qué quería? –preguntó Elizabeth al fin.
-Va a ayudarnos a romper este hechizo –dijo mientras alzaba su mano y observaba el dichoso anillo.
-¿Pero por qué? –preguntó intrigado el muchacho, sin hallarle ninguna razón al asunto.
Jack bajó el tarro y lo miró detenidamente.
-No sabes lo "rara" que resulta su razón –respondió.
Los dos jóvenes no pudieron entender el significado de aquellas palabras, pero fue suficiente como para que Norrington carraspeara algo nervioso y le dirigiera una mirada asesina a Sparrow.
-Lo que el capitán Jack Sparrow quiere decir –se dirigió hacia Will y Elizabeth-, es que necesito que él vuelva a su estado natural para poder apresarlo.
-"Ella" –aclaró el pirata-, querrás decir "ella".
Los tres lo miraron un tanto confundidos. Jamás lograrían entender del todo la personalidad ambigua de aquel hombre tan estrafalario.
-Bueno –dijo este mientras se levantaba y sacudía sus ropas-, iré a darle la noticia a mi tripulación.
-Capitán Jack Sparrow –llamó James.
-¿Sí? –se dio media vuelta.
-Recuerde que cuando vuelva a ser el de antes, mi trato hacia usted cambiará –su rostro se puso muy serio-. Voy a perseguirlo y a hacerle pagar por todo lo que estoy pasando por culpa suya.
-Como diga el Comodoro –respondió Jack haciendo una venia para luego marcharse de allí.
Will y Elizabeth no comprendieron muy bien a lo que se referían ambos.
Y mientras se retiraba caminando muy a su manera, pero bastante bien acentuado por sus nuevos contornos femeninos, Will y James se le quedaron mirando con ojos de gran admiración masculina, lo que provocó en Elizabeth una ola intespetuosa de celos.
-¿Qué están mirando? –Les inquirió molesta- ¿Acaso se olvidan que Jack es un hombre? Partida de pervertidos…
-¡Te equivocas, Elizabeth! -Se defendió Turner muy nervioso al verse al descubierto-. Yo no estaba mirando sus caderas… Oh oh… -supo que acababa de decir una totería.
Luego de que su novia le hubiera abofeteado con toda su ira y se hubo marchado muy enojada de allí, William contemplaba las mil y una razones de la frase "callado como una tumba" mientras se sobaba su mejilla adolorida.
En eso, James Norrington se le acercó y le dijo:
-Joven Turner, ¿acaso debo recordarle que ya está comprometido? ¿O quizás pretende también quedarse con su amiguito? No todas las mujeres son para usted, simple herrero pueblerino… -se acercó aún más a él y le dijo:
-Le advierto que puede irle muy mal si se mete con Jack Sparrow… Recuerde que "ella" es un hombre.
Y dicho esto, se marchó de allí, dejando a un William Turner bastante confundido, había algo en las palabras del oficial que lo había hecho pensar que había algo raro entre él y Jack.
Ya era de noche cuando el capitán Jack Sparrow le informó a su tripulación la decisión de dejar a bordo al Comodoro James Norrington, a Beatriz Grenville, y al capitán Henry McKinley. Tal noticia no le agradó a parte de la tripulación, tener a un caza piratas, a otra mujer y a un loco pervertido a bordo eran un muy mal augurio, pero era la orden de su capitán y tenían que acatarla, además, Hector Barbossa, extrañamente había secundado la propuesta de Jack, haciendo que los piratas rebeldes se calmaran. Luego, el capitán Sparrow ordenó una buena ronda de ron, a la que todos festejaron menos Elizabeth Swann.
Jack estaba apoyado en la barandilla pensando en los pro y los contra de su pequeño problema femenino, cuando el antiguo capitán del "Perla Negra" se le acercó.
-¿A qué se debe tanta bondad? –le preguntó Barbossa a Jack mientras mordía su típica fruta.
-Digamos…, que alguien me lo pidió amablemente –respondió mientras su vista se posaba sobre Beatriz, quien estaba conversando con McKinley-. ¿Y tú? ¿Cómo es que ahora no quieras quitarme mi puesto de capitán?
-No te lo quiero quitar, porque YO SOY el capitán y tú mi chica, y a mi chica le dejo hacer lo que se le antoje-. Dijo mientras colocaba su brazo alrededor de la cintura de su supuesta "chica"-. Si quiere jugar al capitán, se lo permitiré.
Unos segundos después, Hector Barbossa caía al agua.
-¡¡Hombre al agua!! –avisó el loro de Cotton.
-¡¡Me las pagarás, Jack Sparrow!! –gritó muy enfadado mientras trataba de mantenerse a flote y el enano le lanzaba una cuerda para que subiera a bordo.
Y mientras el capitán del "Perla" se divertía con las desgracias de su ex miembro de su tripulación, Elizabeth conversaba con Ana María sobre la nueva a bordo.
-Esa mujer no me inspira ninguna confianza –le dijo-. Es muy vulgar. He visto cómo miraba a Will esta tarde. ¡Y hasta parece haber puesto los ojos también sobre James!
-A mí tampoco me gusta –secundó la joven morena-, se cree mejor que nosotras, y si Jack estuviera como antes, estoy segura que también lo acosaría. Es una vividora.
Mientras Beatriz compartía su ron con Henry McKinley, sabía que estaban hablando de ella, pero era eso algo que la tenía sin cuidado, tenía al capitán Sparrow en sus manos y haría lo que quisiera.
Will, Gibbs y Norrington se encontraban reunidos junto al timón, conversando.
-Jack fue muy amable el dejarlos a ustedes tres a bordo –dijo Gibbs mientras se encargaba del timón.
-Tiene una muy buena razón para haberlo hecho –replicó el Comodoro.
-¿Cuál? –preguntó el joven herrero.
-Hay cosas que no tiene por qué saber, joven Turner –fue la cortante respuesta.
William lo observó bastante molesto con aquella respuesta, lo que acentuaba más sus deseos de descubrir la verdad de aquel asunto tan ambiguo.
Y así estaban las cosas a bordo del "Perla Negra" por un buen rato entre sus dispares tripulantes, hasta que Jack decidió que ya era hora de descansar en serio y reunir sus energías, ayudado con el ron, claro.
Una vez que hubo llegado a su camerino, desagradable fue su sorpresa al encontrarse adentro con Hector Barbossa, Henry McKinley, James Norrington y William Turner discutiendo acaloradamente.
-¿Qué hacen aquí? –inquirió.
-Discutimos sobre quién pasará la noche contigo –fue la asombrosa respuesta de McKinley.
-¿Estás loco? –Will se molestó-. Yo sólo vine a sacarlos a ustedes de aquí, par de pervertidos.
-Yo soy el capitán de este barco y yo dormiré con mi chica –insistió Barbossa.
Entonces, los cuatro se volvieron hacia Norrington para escuchar su versión de la historia. Éste, quien se encontraba muy serio y de brazos cruzados, no pudo evitar sonrojarse un poco al verse en tal aprieto sin poder decir ninguna excusa plausible que no lo comprometiera.
-¡Hum! Yo vine… este…yo…
-Bueno, bueno, no me interesa saberlo. Me voy de aquí. –Dijo Sparrow mientras entraba y tomaba algunas de sus pertenencias personales para marcharse de allí (o sea, el ron), pero antes de hacerlo, se despidió de sus pretendientes a su manera típica de siempre.
-Henry –le dijo mientras se paraba frente a él-, no tengo nada en contra tuya, pero no eres mi tipo, perdón.
Luego fue hasta Barbossa y le dijo:
-Lo siento Barbossa, pero eres demasiado viejo y ambicioso para mí.
Después se dirigió hacia Will y le dijo mientras le guiñaba un ojo:
-Mi querido muchacho, eres muy atractivo y necesito tiempo para pensar en lo nuestro, tendrás que disculpar mi indecisión, ya sabes, está Elizabeth interfiriendo entre nuestro amor.
Luego de dejar a un perplejo William Turner, le tocó el turno a James.
-Comodoro Norrington, debo confesarle que usted sigue siendo mi favorito.
Y después de dejar a sus cuatro pretendientes solos y confundidos en su camarote, se fue hasta donde se encontraban reunidas las mujeres.
-¿Puedo dormir con ustedes? –preguntó.
-Ni lo sueñes –fue la ruda respuesta de la hija del gobernador.
-Vete de aquí –le dijo molesta Ana María.
-¿Por qué me dicen eso? –Preguntó mientras pasaba cariñosamente sus brazos sobre las cinturas de las jóvenes-. Ahora soy una de ustedes, no tiene nada de malo que durmamos juntas…
-No, Jack –replicó Elizabeth mientras retiraba suavemente el brazo del pirata de su cintura.
-Sabemos que tienes segundas intenciones –opinó la pirata mientras hacía lo mismo que su compañera.
-Pero si soy una blanca palomita –replicó este poniendo cara de inocencia.
-Jack… ¡¡no!! –se negaron rotundamente.
-Si quieres, puedes dormir conmigo –ofreció Beatriz al aparecer de repente detrás de ellos y abrazaba seductoramente al capitán Sparrow-. Podríamos pasarla muy bien los dos juntos…
-Bueno, yo… -sonrió alagado, pero las otras dos no estaban para nada contentas con aquella sugerencia.
-Quítale las manos de encima a mi capitán, pervertida –advirtió Ana María preparándose para darle una tunda.
-¿Pero quién te has creído? –dijo Elizabeth también muy molesta mientras tomaba su espada.
Luego de que las tres mujeres comenzara a pelear a la manera típica femenina, Jack Sparrow (no sin haber recibido unos cuantos golpes de parte de Elizabeth y Ana María), se marchó de allí muy fastidiado y diciendo:
-Están todos locos en este navío, ¿qué culpa tengo yo de ser tan atractivo?, mejor me voy a dormir con el loro de Cotton, por lo menos creo que no tratará de seducirme.
Continuará...
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