Piratas del Caribe -Fanfic- La Maldición del Anillo de la Calavera. Capítulo 14: Revelaciones Asombrosas
Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!
PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA
Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción.
Publicado originalmente en: Fanfiction
CUARTA PARTE: EN EL BARCO FANTASMA
Capítulo 14: Revelaciones Asombrosas
El sirviente del Shake Alí Tel Aviv, Abdul, una vez en el barco con su prisionera, no perdió el tiempo y se la llevó a rastras hacia una de las celdas que tenían en la bodega, en dónde le encadenó las muñecas y los tobillos, a sabiendas de que intentaría escapar.
-Mucha seguridad, ¿no te parece? –opinó Jack.
-Todo para que no te escapes. –Respondió el aludido mientras le dedicaba una mirada de satisfacción varonil.
La pirata, atada con cadenas fijas en la pared de madera, con los pies encadenados, sentada en el suelo en una posición un tanto sexy, lo miraba con cierta inocencia.
-¿Me sueltas? –dijo.
Adul acercó su rostro al de ella y dijo:
-Ni lo sueñes, no caeré en tu maldición. Pero viéndote, me arrepiento de haberle jurado lealtad a mi Amo –y dicho esto, se marchó.
Después de que lo vio retirarse, Jack hizo un gesto de repulsión y dijo:
-¡Uwaajjjh! El aliento de ese tipo era asqueroso.
Luego de esto, intentó liberarse de las cadenas pero todos sus intentos fueron en vano. Un poco resignado, decidió quedarse tranquilo hasta que se le ocurriera algo, o que algo ocurriera, pero tubo que aceptar que él no era de esos que se quedaban con los brazos cruzados, y una vez más forcejeó con las cadenas con idéntico resultado. Suspiró, y pensó en sus amigos. ¿Decidirían rescatarlo? ¿O lo dejarían en manos del dueño lunático del anillo? No, ellos no eran de los que abandonaban a sus amigos, sabía que lo ayudarían, pero… ¿ellos lo consideraban su amigo?
Jack frunció el entrecejo y la boca, dubitativo.
-Si no me rescatan, -dijo con tono amenazador- regresaré como un espíritu y los atormentaré por el resto de sus vidas.
El capitán del Perla guardó silencio para luego decir muy extrañado:
-… ¿Qué habrá querido decir ese grandulón con caer en mi maldición?
Mientras tanto, en Port Royal.
-¡Elizabeth! ¡Elizabeth!
Elizabeth Swann, a quien se estaba refiriendo una voz conocida, pero en el estado de ensoñación en que se encontraba, no podía deducir de quién era. Escuchó aquella voz muy lejos de ella, hasta que volvió a escucharla cada vez más cerca, hasta que por fin se despertó y abrió los ojos.
-¡Elizabeth! ¡Cuánto me alegro de que estés bien! –exclamó lleno de felicidad el joven y apuesto herrero al verla despertarse.
-Will… –llamó por su nombre a quien la había estado llamando, mientras se incorporaba un poco al verlo arrodillado a su lado, pero inmediatamente sintió que le daba vueltas la cabeza y tubo que quedarse sentada en el duro suelo de madera de la torre de la iglesia.
-¿Pero qué pasó…? –preguntó confundida.
-Te desmayaste, al igual que yo. –Suspiró tristemente.
Su novia notó su tristeza.
-¿Qué te pasa, Will? –Pregunta tonta, ella sabía perfectamente lo que le pasaba, pues también sentía lo mismo.
A Will le costó contestarle, no sin evitar sentirse culpable.
-Ya sabes… Se llevaron a Jack.
-Yo también me siento muy mal por él, ¿pero qué podíamos hacer? No teníamos otra alternativa que entregarlo, Port Royal corría grave peligro.
-En cierto sentido, sí. –replicó preocupado mientras también se sentaba en el suelo.
-¿Q-qué quieres decir? –preguntó extrañada la joven.
-Mira a tu alrededor –propuso William.
La hija del gobernador así lo hizo, pero había algo en el paisaje de Port Royal que no encajaba muy bien en sus recuerdos. Ahora, la ciudad no se veía tan destruida como lo aparentaba hacía unas horas. Elizabeth se levantó de inmediato, totalmente sorprendida.
-¿Pero qué es esto? –preguntó extrañada, sin lograr entender lo que había ocurrido.
Turner se levantó también y se paró al lado de su amada.
-Yo tampoco lo entiendo –dijo-, Port Royal no está tan mal como pensaba. Es realmente muy extraño.
Will y Elizabeth contemplaron por unos momentos el paisaje, un tanto pensativos, un tanto confundidos. Ambos notaron que todos los habitantes de la ciudad habían estado en su mismo estado de desvanecimiento, ahora, como ellos, comenzaron a despertarse y a sentirse un tanto desorientados.
Había muertos, sí, pero no tanto como habían esperado, como habían visto antes, en el ataque. Todo era muy misterioso.
El muchacho miró a su novia al igual que ella a él, así permanecieron en silencio por unos minutos hasta que la joven habló.
-Creo que nos engañaron, Will. Nos engañaron para poder llevarse a Jack.
-En ese caso –dijo él sonriendo levemente-, tendremos que ir a rescatarlo.
-¡Sí! –Asintió ella, feliz con la idea de volver a ver al pirata-. ¿Pero cómo la haremos? No sabemos en qué dirección se lo llevaron, y si se lo llevaron a la isla del "Cuello Torcido" no tengo idea de en dónde está, ¿y tú?
-Tampoco lo sé, pero tenemos esto para guiarnos –fue la esperanzadora respuesta de William mientras sacaba un objeto del bolsillo de su chaquetón y se lo mostraba.
-¡La brújula de Jack! –exclamó con alegría tomándola entre sus manos. -¡Vamos a poder rescatarlo!
-Se la saqué sin que se diera cuanta… –contó mientras se acordaba dicha de escena en el muelle, antes de que se llevaran a su amigo. –Tenía esperanzas de que lo volveríamos a ver.
-Vamos al puerto, no hay tiempo que perder –dijo Elizabeth con resolución mientras comenzaba a bajar por las escaleras.
-Pero necesitaremos una embarcación, y no la tenemos –replicó Will preocupado mientras la seguía.
Entonces, ella se dio vuelta para mirarlo y dijo con seriedad:
-En ese caso, tendremos que improvisarnos una.
Y mientras Elizabeth volvía a retomar las escaleras, el muchacho sonrió maravillado ante la determinación de su novia.
Ya en el puerto semidestruido, la joven pareja buscaba la forma de hacerse de un transporte, pero lamentablemente, casi todas las embarcaciones estaban destruidas. Prácticamente, estaban buscando en vano.
-¿Qué haremos ahora? –preguntó Elizabeth ansiosa.
-No lo sé –respondió preocupado el muchacho mientras miraba hacia todas partes-. Parece ser que sólo quedaron un par de barcos pequeños y no nos sirven para nada.
Y mientras contemplaban en silencio el horizonte marítimo, no se dieron cuenta de que el Comodoro James Norrington los había visto y se había encaminado hacia ellos.
-¿Qué es lo que están haciendo en este lugar? –preguntó cuando llegó, sobresaltándolos de un susto, pues estaban inmersos en sus cavilaciones.
-¡Comodoro Norrington! –exclamó Will al verlo-. Veo que no le pasó nada malo.
-Perdí la mayor parte de mi flota incluyendo a la mayoría de mis hombres. Fue un milagro el que haya resultado ileso. –Contestó con su habitual frialdad, pero luego agregó:
-Eso tendría que responder realmente, pero lo extraño es que sólo perdí un par de navíos y menos hombres de lo que había creído… -llevó su mano al mentón, pensativo-. Algo muy extraño pasó aquí.
-¿Perdieron la conciencia? –preguntó Elizabeth.
James asintió con la cabeza.
-Creo que fue cuando se llevaron a Sparrow –dijo.
-Entonces… -comentó Will pensativo-, cuando lograron su objetivo nos durmieron a todos.
-¿Pero por qué? –Preguntó la muchacha-. ¿Por qué no antes? ¿Por qué después? Se habrían ahorrado todo el enfrentamiento.
-No tiene sentido –comentó el Comodoro.
-No a menos que… -dijo Turner cavilando las posibilidades-. Que los desmayos hayan sido los efectos adversos de algo…
-¿A qué te refieres? –Preguntó Elizabeth extrañada.
-Piénsalo bien, Elizabeth –dijo mientras brillaban sus ojos por el descubrimiento que había hecho-. Nos hicieron creer que Port Royal estaba completamente perdida bajo el ataque de una increíble flota de más de cien naves. Luego de que nos obligaron a entregar a Jack, perdimos el conocimiento, y cuando nos despertamos, nos dimos con la sorpresa de que no todo era tan desastroso como parecía. Conclusión: ¡nos engañaron!
-¿Te refieres a que nos hechizaron o algo así? –preguntó con asombro su prometida.
-Es una posibilidad –asintió él.
-¿Un hechizo? –Comentó con ironía el Comodoro, siempre incrédulo ante esas cosas- ¡Ay por favor! No digas estupideces.
-¿Entonces cómo podría usted explicarme lo de su flota, a la cual creyó completamente destruida? –le preguntó Will un tanto molesto-. ¿Qué le dijeron sus hombres al respecto?
-¿Mis hombres? –se preguntó acorralado-… Pues… Ellos me dijeron que me creían muerto. Que me vieron morir…
-Como usted los vio morir a ellos. –Replicó William Turner sonriendo, satisfecho por haber refutado su punto.
-Entonces, -dijo Elizabeth abriendo grandemente sus bellos ojos- nos engañaron a todos, nos hicieron ver cosas que no eran ciertas. ¡Entregamos al pobre de Jack en vano! ¡Él se sacrificó en vano!
-No creo que haya sido tan en vano –replicó el muchacho-. De todas maneras, si no lo hubiéramos entregado de inmediato, seguramente nos hubieran seguido engañando con esas visiones, en ese caso habrían matado a mucha más gente.
-Seguramente… -murmuró Norrington pensativo-, no eran cien navíos, eran menos…
-¿Cuántos lograron destruir? –le preguntó William.
-No encontramos nada –fue la sorpresiva respuesta-. Yo creí que habíamos hundido por lo menos diez navíos, pero no fue así, sus restos no están por ninguna parte.
-¡Eso quiere decir que sólo el barco que se llevó a Jack era el verdadero! ¡Es uno solo! ¡Podremos contra ellos! ¡Podremos rescatarlo! –Festejó Elizabeth muy feliz ante la nueva perspectiva que se habría frente a sus ojos.
-No sabemos si eso sea verdad, Elizabeth –la contuvo Will.
-Eso no lo sabremos si no lo intentamos. –Replicó con seriedad, mirándolo directamente a sus ojos.
El joven se sintió dominado ante la fuerte personalidad de su novia.
-Pero no tenemos un barco, ni mucho menos una tripulación para ayudarnos –replicó Turner.
Entonces, Will y Elizabeth otra vez vieron que sus esperanzas para poder rescatar a Jack Sparrow desaparecían. Ni siquiera sabían en dónde se encontraba el "Perla Negra" para que los ayudaran, quizás seguiría en isla "Tortuga", pero igualmente no tenían cómo llegar hasta allí. Ambos se sentían desesperados.
-Yo los ayudaré. –Fue la sorpresiva propuesta del Comodoro Norrington, Will y Elizabeth lo miraron perplejos.
James carraspeó nervioso antes de seguir con su habitual flema inglesa.
-Les proporcionaré una embarcación y una tripulación. Y yo… -Tomó aire entes de continuar-. Yo seré su capitán.
Ambos jóvenes se quedaron completamente mudos por la sorpresa que se llevaron. ¿El Comodoro Norrington, jurado enemigo de los piratas, estaba dispuesto a rescatar a Jack Sparrow?
-¿De verdad estás dispuesto a ayudarnos a rescatar a Jack? –le preguntó Elizabeth, aún incrédula.
-¿Quién dijo que lo estoy haciendo por él? –se molestó James tratando de no sonrojarse-. Esos malditos piratas del medio oriente atacaron a una colonia inglesa, intentaron destruirla, mataron a varios de sus ciudadanos, hundieron a dos navíos de la corona inglesa. ¿Cómo se les ocurre que hago esto por un sucio pirata? Están muy equivocados, sólo quiero castigar a quienes cometieron estos crímenes y nada más. ¿Entendido?
-Está bien, -asintió William- no es necesario que se enfade de esa manera. Entiendo que sólo lo acompañaremos y nada más. ¿No es así?
El Comodoro asintió ya más tranquilo, por lo tanto se puso en camino.
-Vamos. Zarparemos inmediatamente. No debemos dejar que se alejen más. –Dijo sin volverse para mirarlos.
Mientras caminaban, el Comodoro James Norrington seguía tan confundido acerca de sus sentimientos como en un principio, desde la primera vez que vio a Jack convertido en mujer. No quería admitir que seguía enamorado de esa mujer, pero no podía negarse aquella verdad por más que intentara cerrar sus ojos ante su corazón. La única solución era ayudarlo a romper la maldición, entonces, y sólo así, podría liberarse de aquel duro tormento que lo acosaba día a día. En su interior, lo quería ver a salvo.
Will y Elizabeth lo seguían en silencio, preguntándose qué le ocurriría al Comodoro. Por supuesto que ni siquiera se imaginaban ni por casualidad de la verdadera razón.
Mientras tanto, nuestro querido protagonista, seguía encadenado a su celda, sin tener la remota idea de lo que realmente había pasado en Port Royal, ya que la creía completamente destruida.
-¡¡Ya es hora de almorzar!! –gritó-. ¡¿Acaso piensan matarme de hambre?! ¡A su amo no le gustará una concubina desnutrida!
Unos cuantos minutos después, Abdul bajó con una bandeja de comida para la prisionera.
-¡Qué bien! –Exclamó Jack en cuanto le colocó en el suelo la bandeja de plata tapada- ¿Qué es? ¿Un enorme jamón acompañado con papas doradas? ¿Un pollo a la cazuela con arroz? ¡Dime!
Y entonces, el odioso hombre destapó la bandeja presentando su contenido con una malévola sonrisa:
-Es una exquisitez de este barco: Rata asada rellena con cucarachas crocantes.
-¡¡Uwaaajjjjh!! –El pirata hizo cara de asco- Qué asqueroso, igual que tu aliento…
-¿Cola? –Preguntó Abdul mientras cortaba dicha parte y se la ofrecía.
Y sonriendo como pudo, Jack Sparrow respondió:
-N-no gracias… ¿Acaso no tendrás un poco de ron por allí?
"Me vendría bien para olvidar un rato todo este asunto" –pensó.
-No. –Fue la terrible respuesta- Sólo tengo agua.
-¡¿AGUA?! –Exclamó Jack escandalizado, y enseguida se arrepintió de su acto de buena fe. Hacía ya varios días que no tomaba su elixir de la vida.
El navío árabe navegaba tranquilo por las aguas marítimas acompañados por varias gaviotas, hasta que un grito desgarrador las asustó y huyeron espantadas.
-¡¡NNNOOOOOOOO!! ¡¡MI VIDA POR UNA GOTA DE ROOOONNN!! ¡¡WILL!! ¡¡ELIZABETH!! ¡¡VENGAN POR MÍIIIIIIII!!
-¡¡JUAH JUAH JUAH!! –Se burló el condenado guardia árabe.
Continuará...
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