Piratas del Caribe -Fanfic- La Maldición del Anillo de la Calavera. Capítulo 6: ¡Defiende tu Virginidad!
Resumen de la historia: El capitán Jack Sparrow comete el gran error de ponerse un anillo maldito que lo transformará en mujer y le traerá un sin fin de problemas tanto a él como a quienes lo rodean, amigos y enemigos. Una elección que cambiará la vida y los destinos de todos, en especial del Comodoro James Norrington y el mismo Jack. Esta historia está ambientada después de la primera película y desarrollada durante la segunda y tercera película. Una historia larguísima pero muy entretenida, con drama, humor, acción y romance. ¡Que la disfruten!
PIRATAS DEL CARIBE: LA MALDICIÓN DEL ANILLO DE LA CALAVERA
Género: drama, amistad, acción, suspenso, humor, romance, violencia, aventura, fantasía, erotismo
Pareja: Jacky Sparrow/James Norrington. Elizabeth Swan/Will Turner
Personajes: Jack Sparrow/Jacky Sparrow, James Norringon, Elizabeth Swan, Will Turner, Hector Barbossa ¡y muchos más!
Calificación: para mayores de 18 años
Cantidad de palabras: variable
Duración: 67 capítulos la primera parte, 57 la segunda parte y 51 la última parte.
Estado: finalizado
Escritora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas.
Aclaraciones: Esta historia la escribí hace más de 10 años, es muy entretenida, no se arrepentirán de haber perdido el tiempo en leerla. Le tengo mucho cariño porque fue una rara mezcla que logré hacer con el drama, humor y acción.
Publicado originalmente en: Fanfiction
Capítulo 6: ¡Defiende tu Virginidad!
No pasaron ni cinco minutos que el gordo estuvo de regreso y sacó a Jack de prisión y se lo llevó a empujones hacia el camarote del capitán del "Cazador de doncellas".Y luego de llamar a la puerta, dejó a nuestro pirata en el interior del cuarto frente al hombre por quien Jack pedía.
Dicho sujeto se le quedó mirando por un buen rato con una expresión entre incredulidad y burla.
-¿Así que tú dices ser mi gran amigo, el capitán Jack Sparrow? –preguntó al fin.
-Claro que soy yo, pero en un envase diferente –contestó mientras tomaba asiento y colocaba sus pies sobre la mesa, tomaba una fruta (una manzana, para ser más exactos) y le daba un buen mordisco.- ¡Esto está exquisito! Te confieso que allí abajo no se come muy bien… Pero me pregunto por qué siempre hay manzanas, a Barbossa le gustaban mucho y parece que a ti también, que poco original eres. (Eso va también para la autora de este fics)
Henry McKinley, que así se llamaba el traficante de esclavas, observó todos los movimientos y escuchó cada palabra de su invitada con sumo interés, muy divertido por la manera tan familiar con que se comportaba.
-¿Podrías explicarme lo que te ocurrió? Quizás así pueda creerte.
Y ante aquel pedido, el capitán Sparrow procedió a contarle todo lo sucedido en la misteriosa isla del "Cuello Torcido" y luego sus peripecias como representante del sexo débil en la isla "Tortuga". Aparte de todo eso, también contó ciertas cosillas secretas en que ambos piratas habían participado y que sólo ellos y nadie más sabía para así poder convencerlo totalmente.
-Veo que realmente eres mi amigo Jack Sparrow –dijo al fin con aún más renovado interés.
-¿Qué te dije? –sonrió triunfante el aludido.
El capitán Henry McKinley era un hombre bastante alto de cabellos castaño oscuro y una barba candado cuidadosamente recortada, poseedor de unos hermosos ojos verdes. De ropas algo pulcras y finas, de carácter un tanto serio e introvertido, podía llegar a ser bastante cruel con las mujeres, y en contadas ocasiones Jack había sido "accidentalmente" causante de la huída de varias de sus "mercancías". El traficante entonces vio en la nueva apariencia de su amiguito la forma perfecta de vengarse. Mientras Jack se entretenía con más manzanas y en su infatigable dialogo trivial, el capitán del "Cazador de Doncellas" se levantó lo más naturalmente que pudo y se dirigió hacia la puerta del camarote, y sin que su invitado se diera cuanta, le echó llave.
-¿Y qué dices? –preguntó Jack de repente mientras se volvía para mirarlo- ¿Vas a dejarme en isla Tortuga? Ya sabes que tengo que regresar con mi tripulación y buscar la manera de romper este hechizo.
-¿Y por qué el apuro? –inquirió el aludido mientras caminaba lentamente hacia su amigo preguntándose para sus adentros si éste había notado sus movimientos anteriores. –Podríamos sacarle un poco de provecho a tus nuevas cualidades…
Jack, un poco alarmado, notó la mirada totalmente libidinosa de aquel hombre que se decía ser su amigo, y entonces comprendió en la grave situación en la que se había metido.
-Este…, no comprendo –dijo haciéndose el tonto mientras comenzaba a levantarse de la silla.
-No te hagas la desentendida. Tú ya sabes. Podríamos pasarla muy bien los dos juntos. –Decía mientras se acercaba cada vez más, listo para atrapar a su presa.
-Entiendo perfectamente bien lo que estás sintiendo por mí, es la primera vez que ves algo tan atractivo y hermoso como yo y no te culpo sentirte un poco atraído a mis brazos, pero ya sabes, en realidad soy un hombre. Tu gran amigo Jack Sparrow. –dijo con cierta acentuación las últimas palabras mientras se preparaba para emprender una rápida huída.
-Lo que realmente ven mis ojos es a una salvaje mujer que pide ser domada por un hombre como yo…
Jack tragó saliva ante tal sentencia, completamente asustado. ¡Lo querían hacer mujer de verdad!
De repente, aquel hombre se le lanzó encima para capturarlo, pero Sparrow fue más rápido y pudo esquivarlo haciendo que su atacante cayera pesadamente sobre la mesa de madera circular tirando todo lo que se encontraba sobre ella.
-¡Te voy a atrapar, Jack Sparrow y serás mi mujer! –gritó el otro enfurecido mientras se ponía en pie y se resbalaba luego gracias a haber pisado una manzana.
-No sabes lo tremendamente raro que sonó lo que acabas de decir –argumentó Jack mientras se detenía unos momentos para mirarlo.
-¡Te atraparé! –exclamó Henry mientras volvía a ponerse en pie y salía disparado directamente hacia donde se encontraba nuestro protagonista. Jack apenas pudo escapársele, ya que el otro pudo tomarlo de la casaca y arrancársela.
-Realmente tienes un cuerpo muy sensual –dijo mientras lo observaba como si lo estuviera desvistiendo con la mirada.
-Eso que dijiste no es de caballeros. Acabas de ofender a una dama. –Replicó Sparrow haciéndose el ofendido.
-No, aún no eres una dama, alguien tiene que hacerte una dama. –Dijo Henry con muchísima maldad.
Sin prestarle atención a sus palabras, el capitán del Perla buscaba a toda prisa alguna espada o algo por el estilo que lo ayudara a defenderse de aquel animal en celo, pero no pudo encontrar nada.
-Mi querido Jack, ¿piensas que voy a tener algo peligroso que pudiera utilizar una de mis invitadas? Sigues siendo el mismo iluso de siempre.
Perseguidor y perseguido se miraron a los ojos, desafiándose mutuamente, uno por tener la chance de vengarse y el otro por defender su recién adquirida virginidad femenina.
-Escúchame un momento, Henry –comenzó a decir Jack apresuradamente tratando de calmar los ímpetus de su amigo moviendo frenéticamente sus manos-, tienes que darte cuenta de que esta relación entre nosotros jamás funcionará, tú eres demasiado apasionado para mí y yo soy un hombre que adora la libertad y no quiero tener ninguna clase de ataduras, además…
-Ya cállate. –Dijo el otro sonriendo burlonamente- ¿Quién dijo que yo quiero una relación seria? Sólo me basta una noche entera de placer y nada más.
-Mal-di-ción –sólo pudo decir Sparrow dándose perfectamente cuenta que todo aquello podría terminar entre las sábanas de una inmunda cama pirata.
Acto seguido, como los dos estaban a ambos lados de la gran mesa ladeada, enfrentados, comenzó una cómica persecución alrededor de dicho mueble, siempre mirándose a los ojos y con las manos sobre la mesa, hasta que Henry comenzó a apurarse y por lo cual terminó corriendo por detrás de un desesperado Jack Sparrow, quien había adquirido una velocidad increíble para evitar ser capturado, hasta que, sin previo aviso, tomó una silla, se dio media vuelta, y se la rompió en la cabeza de su perseguidor, que acto seguido, cayó desvanecido al suelo. Triunfante, y dando un suspiro de alivio, Jack dijo:
-Nunca sabes lo que puede llegar a hacer una mujer que defiende desesperadamente su virginidad.
Entonces se agachó y comenzó a buscar la lleve entre las ropas de su ex amigo hasta que la encontró en el bolsillo derecho de su casaca. Pero antes de que abriera la puerta, le llamó la atención un cofre que se encontraba en un rincón. Estaba con llave, así que buscó entre el manojo que tenía en la mano y probó una por una hasta que por fin halló la llave correcta y pudo entonces abrir el dichoso cofre, en dónde se llevó una muy grata sorpresa cuando se fijó en lo que había en su interior.
-¡Mis cosas! –exclamó maravillado mientras sacaba del cofre su pistola, su brújula, su sable y su amado sombrero para luego ponérselos.
Después caminó hacia donde se encontraba su casaca, la alzó, la miró y luego se la puso diciendo bastante molesto:
-Que bruto animal, la rompió, ¿por qué no me regala flores si quiere halagarme? Pero no, él me rompe la única muda de ropa que tengo.
El capitán Jack Sparrow, más calmado, fue hacia la puerta y la abrió, pero cuando ya estaba a punto de salir de allí, un enorme empujón lo lanzó de bruces al suelo.
-¿Acaso crees que te vas a escapar de mí tan fácilmente, Jack Sparrow? –dijo muy molesto Henry Mc Kinley, quien se había despertado de su desmayo y por consiguiente había empujado a nuestro protagonista.
-Capitán Jack Sparrow para ti, amigo mío –aclaró Jack incorregible mientras apoyaba su codo derecho al suelo de madera y colocaba su otra mano en la cintura y lo miraba desaprobadoramente sobre su hombro.
-… Te voy a hacer pedazos… -se enfureció aún más el otro mientras sacaba su sable dispuesto a rebanar a Jack en pedacitos.
Al ver aquel gesto amenazador, la mujer (Jack), también tomó su sable y se levantó como un rayo dispuesto a pelear en contra de su reciente enemigo, poniéndose en guardia.
-¡Jah jah jah! –rió McKinley con desdén al ver la actitud temeraria de su ex amigo -¡Qué patético te ves! ¡Juro que en cuanto te derrote vas a ser mi mujer!
-Y yo juro que no descansaré hasta que te afeites esas horribles patillas. Te quedan espantoso –fue la desubicada opinión de Jack.
-¡¡Cállate!! –exclamó el otro capitán y se lanzó hacia su enemigo blandiendo su espada verticalmente para partirlo en dos, pero tubo mala suerte, ya que Sparrow pudo bloquear su golpe defendiéndose con su sable.
Estuvieron forcejeando por unos minutos, espada contra espada, pero era obvio quién iba a ganar, ya que uno de ellos no tenía la fuerza suficiente como para soportarlo por largo tiempo.
-Admítelo, Jack, soy mucho más fuerte que tú. Tan solo eres una tonta y debilucha mujer.
-¿Acaso no sabes que la gente pequeña es capaz de hacer cosas grandes? –Preguntó, tratando de ponerle sabiduría al asunto.
-¡¡Cállate, imbécil, y deja de decir estupideces!! ¡Ya vas a ver de lo que soy capaz! ¿Sabes lo que les hago a las mujeres que no paran de hablar?
-¿Le dejas escribir un libro para que se desahoguen?
-No. Les arranco la lengua…
-Qué violento… Pero recuerda que en realidad soy un hombre.
-No, eres una mujerzuela, acéptalo.
-¿Así que soy una mujerzuela? –preguntó con un extraño brillo en los ojos.
-Claro que sí.
-¡¡Entonces toma esto!!
Y sin que el capitán Henry McKinley se lo imaginara siquiera, recibió un tremendo puntapié de Jack en la entrepierna, haciéndolo arrodillarse por el espantoso dolor que sentió.
-M-me la p-pagarás… -apenas pudo decir.
-Es tu culpa, tú me diste la idea. Una dama jamás haría eso, pero una mujerzuela, sí.–Dijo el capitán del Perla inclinándose un poco y abriendo sus brazos, luego se dio rápidamente la media vuelta, dio unos pasos pero se detuvo, había recordado que le faltaba terminar aquella escena con su frase ganadora se siempre.
Entonces volvió a darse la media para ver a su enemigo caído y dijo triunfante:
-Acuérdate de este día como el día en que casi le quitas la virginidad a Jack…
Y antes de que pudiera terminar de hablar, un enorme e inesperado estallido, junto a una violenta sacudida del barco, lo hizo caerse de bruces al suelo con un desparramo de brazos y piernas, siguiendo así, la vieja tradición de nunca poder acabar su famosa y siempre interrumpida frase.
-¿Pero qué demonios está pasando? –se preguntó nuestro protagonista (que realmente sería "nuestra protagonista"), mientras se sentaba en el suelo y se acomodaba su viejo y raído sombrero pirata. Pronto, su pregunta fue respondida.
-¡¡Es la armada del Comodoro Norrington!! –Oyó escuchar a uno de los tripulantes del Cazador de Doncellas -¡¡Nos están atacando!!
Continuará...
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