YuYu Hakusho -Fanfic- La Puerta del Diablo. Capítulo 21: Kurama y las Aves Demoníacas

                                               


Sinopsis del anime: La serie narra la historia de un joven rebelde de 14 años, Urameshi Yūsuke, quien es atropellado en un accidente de tráfico por salvar a un niño. Su muerte no debía ocurrir todavía, y por tanto no hay sitio para él ni en el Cielo ni en el Infierno, así que deberá ir al Más Allá y, en calidad de fantasma, recuperar su cuerpo y vencer todo tipo de demonios y seres fantasmagóricos acompañado de sus fieles amigos.

LA PUERTA DEL DIABLO


Trama:
 Un codicioso empresario está buscando la forma de gobernar el mundo, y qué mejor manera que abriéndole las puertas al diablo en el Templo de Genkai.
Género: aventura, artes marciales, drama, acción, fantasía, humor
Pareja: ninguna
Calificación: para mayores de 13 años
Cantidad de palabras por capítulo: variable
Duración: 30 capítulos
Estado: completo
Año de creación: 2006
Publicado originalmente en: Fanfiction
Autora: Gabriella Yu
Mi estilo: estoy influenciada tanto por el anime, los dramas asiáticos y la literatura universal. Me gusta hacer pasar a los personajes por duras pruebas para sacar los mejor de ellos. ¡Nadie es perfecto, todos podemos ser mejor!

Capítulo 21: Kurama y las Aves Demoníacas

Ya un poco repuesto por la pérdida de su hermana, Kuwabara seguía a los demás en la serie de pasadizos que tenía el laberinto.

-Bendita idea de la bruja esa de convencer a Io Torimaki hacer este horrible juego. –Protestó Mori, que estaba bastante cansado de tanto caminar.

Al escucharlo, Kuwabara lo tomó de la solapa del saco y lo levantó del suelo.

-¡Si vuelves a decir algo en contra de Genkai, juro que te romperé todos los huesos!

-Si no fuera por ella tu hermana aún estaría contigo. –Replicó desafiante.

El pobre muchacho no supo qué contestarle, pero se moría de rabia y ganas por golpearlo.

-No había manera de saber lo que iba a pasar. –Dijo Kurama tranquilamente. –Pero era mejor conseguir el tiempo necesario para salvar al Mundo Humano y a Koenma. Tengo esperanzas en que podamos rescatar a Seiryu y a quien sea que conviertan en zombi más adelante derrotando a Io Akuma.

Con un gruñido, Kuwabara soltó a Mori, quien decidió mantener la boca cerrada.

-Tienes razón, Kurama. –Asintió Kuwabara. –Trataré de tener esperanzas y acabar con ese desgraciado y recuperar a mi hermana. No vale la pena perder energía con este gordo.

Después de unos minutos, todos entraron a un enorme y bellísimo jardín, que contrastaba bastante con la tétrica estructura del laberinto en el que habían estado. Aunque estaba encerrado en cuatro paredes, no tenía techo y se podía ver el hermoso cielo azul.

-¡Qué bonito! –Exclamó Keiko extasiada entre tanta belleza.

-¡Puh! –Segundó el pequeño Puu en los brazos de la chica también muy contento.

-¡Tienes razón! –Se maravilló Botán.

-¿Cómo puede estar aquí el cielo azul si el demonio lo volvió negro? –Preguntó Kuwabara sorprendido. -¡Si este es otro acertijo que me ahorquen!

Tanaka y Mori también miraban a su alrededor, bastante sorprendidos, pero era sólo Kurama quien demostraba algo de preocupación en su semblante. Había algo extraño en todo eso... como si sólo fuera una distracción. Como sí...

-¡No toquen nada! –Ordenó el muchacho.

Pero fue tarde, inocentemente Keiko se había sentado en uno de los preciosos bancos que estaban desparramados por todo el jardín sujetos a las paredes. Y entonces, sin darles tiempo a nada, desde la pared que estaba detrás de la chica, salió otra gigantesca pared que dividió en dos al jardín. Kurama, Tanaka y Keiko habían sido separados de Kuwabara, Botán y Mori, quedando cada grupo al otro lado de la pared.

-¿Qué haremos ahora? –Preguntó Keiko afligida al verse atrapada.

-No te preocupes –Le sonrió Kurama. –Sólo tenemos que seguir adelante.

-¿Y los demás?

-Estarán bien, confía en ellos, Keiko.

Pero ella no estaba tan tranquila, estaba triste y deprimida. Mientras abrazaba a un preocupado Puu, dijo:

-Lo siento, es mi culpa que haya pasado esto...

-Claro que no –Kurama puso su mano en el hombro de Keiko, -tú no sabías lo que iba a pasar, nadie lo sabía, tranquilízate, ¿crees que a Yuske le gustaría verte así?

-Creo que no –Dijo Keiko mientras asentía y sonreía tristemente.

Tanaka los miraba desde cierta distancia, en el poco tiempo que había estado con ellos, el mercenario había comenzado a admirar la amistad y por sobretodo la sinceridad que había en el trato que se daban. Él nunca había estado con personas tan espontáneas.

De pronto, el suelo comenzó a temblar y a caerse poco a poco hasta no quedar nada de él y dejando solo un enorme precipicio que parecía no tener fin, ya que no se vía suelo alguno. Parecía que había otro cielo en vez de un precipicio. Kurama y Keiko habrían caído definitivamente hacia abajo si no fuera porque el muchacho utilizó su látigo rosa para amarrar una de las patas de los bancos para jalarlos luego hacia él, ya que los bancos habían quedado suspendidos en el aire sujetos a las paredes. Kurama se sentó con una asustada Keiko en el banco y procedió a mirar a su alrededor. Tanaka también se había salvado, puesto que al ver lo que estaba sucediendo y como estaba al lado de uno de los bancos, había tenido tiempo de subir a uno, salvando así su vida. Kurama y Tanaka se miraron, los bancos en que estaban se encontraban separados uno al lado del otro por lo menos 3 metros.

-Creo que estamos metidos en un problema muy grave. –Comentó el muchacho tranquilamente.

-Así parece. –Asintió Tanaka.

Entonces, un grito como de un águila resonó por todo el lugar, estremeciéndolo.

-¿Qué fue eso? –Preguntó Keiko asustada.

-No lo sé. –Respondió Kurama mirando a su alrededor.

De repente, varias aves negras de aspecto horrible, mezcla fénix mezcla cuervo, de dos cabezas y del tamaño de una camioneta 4 por 4, vinieron volando desde los cielos de arriba y de abajo con toda la intención de acabar con los intrusos. Tanaka sacó su arma y les disparó, pero no les hizo ningún daño, Kurama utilizó su Fukaemuyi para cortarlas, logró hacerles daño a varias aves, pero dos caían cuatro volvían.

-¡Esto será interminable! –Protestó el muchacho preocupado. Keiko se encontraba arrodillada detrás de él muerta de miedo abrazando a Puu. Las aves demoníacas comenzaron a arreciar con más fuerza y lograron herir varias veces a Kurama con sus afiladas y puntiagudas uñas de las patas.

-¡Kurama! –Se horrorizó la joven al verlo arrodillándose de dolor.

Un ave logró atrapar al muchacho por los hombros hundiéndole las uñas en la carne y se lo llevó hacia abajo desapareciendo entre las nubes.

-¡¡Kuramaaaaa!! –Gritó Keiko afligida, pero ya no había nada que hacer, esas aves gigantescas se lo habían llevado.

Los monstruos alados que quedaron, centraron entonces su atención en Keiko y Tanaka y comenzaron a atacarlos. La chica se defendía como podía, pero el mercenario, que era un luchador, podía defenderse con sus puños y patadas. En un momento dado, Keiko se arrinconó en el banco asustada y lastimada, ya no tenía fuerzas para seguir defendiéndose.

-Yuske... –Gimió la chica llamando a su amigo mientras abrazaba a Puu presa del pánico y la desesperanza. Era su fin, estaba cansada de luchar.¡Cómo le hubiera gustado decirle cuánto lo amaba!

Cuando una de las aves se abalanzó hacia la muchacha para despedazarla, Tanaka tomó una inesperada decisión y saltó hacia el banco en donde estaba Keiko cayendo al frente de ella para luego ser él la presa del ave en ves de Keiko. Las garras de animal atravesaron su cuerpo y la sangre salpicó por todos lados. Keiko estaba muda por la impresión y la actitud del mercenario.

-¡¡LÁTIGO DE ROSAAA!!

El grito de Kurama resonó en todo el lugar y un látigo de espinas resurgió desde abajo para envolver al ave que tenía atrapado a Tanaka y la apretó hasta rebanarla en pedazos dejando así libre al hombre, quien cayó gravemente herido en manos de Keiko. El látigo de rosa de Kurama se agarró a otro banco he izó a Kurama quien se había liberado de aquellas molestas criaturas. Ya parado arriba del banco, el muchacho procedió con su plan.

-¡¡FUKAEMUYI!!
Con su movimiento de sus brazos, los pétalos de rosa se hicieron presentes y comenzaron a cortar a las aves que entonces huyeron espantadas hacia abajo y arriba, momento que Kurama aprovechó para concretar la última fase de su plan. Sacando una semilla de su manga, el muchacho la hizo germinar en una enredadera y la utilizó alargando las extremidades de la planta para que cubriera las partes de arriba y abajo del jardín, como si fueran un techo y un piso improvisado. Kurama lo había hecho justo a tiempo, ya que más aves demoníacas habían regresado en un número mayor, pero esta vez, no pudieron entrar.

Entonces, el muchacho, de un brinco llegó hasta el banco en dónde se encontraban Keiko, Puu y Tanaka.

-¡Ayúdame, Kurama! -Pidió la chica, -¡él está muy mal!

El muchacho se arrodilló y revisó al mercenario. Realmente estaba muy mal, tenía los pulmones perforados, no había nada que hacer. Entonces Kurama movió negativamente la cabeza ante la preocupada mirada de la chica.

-¡Él me salvó la vida cuando una de esas cosas quiso atraparme, él se interpuso!–Sollozó Keiko y abrazó a Kurama. El chico puso compasivamente su mano en el hombro del moribundo Tanaka.

-Gracias.

Tanaka pudo sonreír, le agradaba aquel muchacho, parecía muy noble y gentil, pero tenía la impresión de que también era tan frío como lo era él.

-... Yo... no sé por qué lo hice...

-No hables, tienes que conservar tus fuerzas. –Le aconsejó Kurama, pero Tanaka quiso seguir hablando, como si quisiera desahogarse.

-... Los envidio... nunca he estado con gente como ustedes... tan... tan sinceros... tan amigos... –Miró a Keiko -... Una niña tan inocente no debería estar pasando por esto...

-Ya no hables más –volvió a pedir el muchacho, -si nos encontramos con Genkai ella podrá curarte.

Tanaka sonrió y sus ojos se llenaron de lágrimas.

-... ¡Oh ella...! ...Siento mucho lo que le hice... es una buena mujer... Lo-lo siento...perdónenme...

-No te preocupes, estás perdonado. –Lo tranquilizó Kurama, he inmediatamente la presión que le ejercía la mano de Tanaka en el brazo del muchacho, desapareció. Kurama cerró los ojos del mercenario arrepentido y rezó una pequeña plegaria por él. Keiko se puso a llorar desconsoladamente. Tanaka había muerto.

-Él se arrepintió sinceramente de su maldad y ahora podrá irse al cielo –Dijo Kurama al levantarse y luego miró a Keiko. –Vámonos de aquí, que la muerte de Tanaka no haya sido en vano.

-¿Tú estás bien? –Le preguntó preocupada la chica al notar sus heridas.

-Yo estoy bien, -mintió –ahora vámonos antes de que esas criaturas rompan las enredaderas.

La chica asintió y se secó las lágrimas de su triste semblante, Kurama la tomó de la cintura y comenzó a saltar sobre cada banco hasta llegar a una puerta lejana, para salir finalmente de aquel lugar, mientras las aves demoníacas luchaban inútilmente en romper las enredaderas.

Continuará...


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